Indignados en busca de democracia
España en las últimas semanas ha sido protagonista de las acampadas de protesta ante la inconformidad de la política y la economía. En diferentes ciudades los ciudadanos, en su mayoría jóvenes, han ocupado las plazas públicas para expresar su opinión, manifestar su inconformidad e intentar crear, al menos inicialmente, una red social (no virtual) que se traduzca en un movimiento de concientización sobre el poder real del ciudadano en una sociedad democrática. Aunque algunos integrantes han asumido actuaciones violentas, el movimiento ha actuado rápidamente para desligarse de esas vías ilegales.
Es una voz de alerta que agrupa el sentir de varias generaciones, nacionalidades, tendencias políticas o clases económicas. Probablemente estamos siendo testigos en sus asambleas del ejercicio de la democracia participativa y real. Otros, consideran que son personas que viven una utopía alejada de la realidad impuesta por el mercado. Sin embargo, hay quienes visualizan una nueva etapa en la democracia española. Por eso las concentraciones que han ocurrido el domingo 19 de junio son una “balón de oxígeno” en una sociedad amenazada por la crisis económica, el paro o la indiferencia de la justicia hacia los casos de corrupción en algunos ámbitos políticos.
Al margen de las valoraciones políticas y de quienes minimizan la importancia del movimiento 15-M, hay una realidad: la sociedad española manifiesta su inconformidad públicamente. Por otra parte, aunque algunos de los “indignados” que se encontraban en las acampadas cuestionaban a los poderes públicos, el sistema democrático, con sus debilidades, está permitiendo un espacio público de debate. La pregunta en estos momentos es: ¿los políticos españoles están a la altura de las exigencias de la sociedad a la cual representan?
El pasado 22 de mayo fueron las elecciones autonómicas y se reflejó en las votaciones la necesidad de un cambio en el rumbo político y económico del país. Las elecciones presidenciales se acercan y el debate sobre los “indignados” comienza a tener protagonismo en el discurso político. Pero, ese es precisamente uno de los problemas que pueden afectar al movimiento: el uso político del movimiento 15-M. ¿Cómo evitar la trampa de convertir al movimiento en aquello que precisamente están cuestionando?
La estrategia de las asambleas que se están organizando en los pueblos y barrios son escenarios válidos para avalar el movimiento y mantener la red social latente. Ahora bien, su opiniones deben articularse en propuestas concretas y bien definidas; en contactos y reuniones con los partidos políticos; en subsistemas que influyan en los poderes públicos para obtener los resultados esperados en una sociedad que espera cambios significativos en democracia. Los indignados se debaten entre ser un producto de moda útil para el logro de objetivos políticos o ser realmente un movimiento para la participación ciudadana de una sociedad plural y democrática.
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